Justamente esta semana hablábamos de la Declaración por la libertad de Internet, una especie de manifiesto de un grupo nutrido de profesores, emprendedores y otros activistas en defensa de un Internet libre, sin manipulaciones y con acceso universal para todo el mundo. Y aunque hay quien no lo quiera ver, la red se ha convertido en algo tan necesario, tan indispensable que innegablemente podemos decir que el acceso a la red debería ser un derecho. Pero existe una difícil convivencia entre la red y sus usuarios, la indústria del entretenimiento, la política y la economía.
Un difícil equilibrio en el que Internet se ha visto seriamente amenazada por propuestas de ley impulsadas por capital privado y en los que únicamente se buscaba el interés de unos pocos tanto por los derechos como por controlar la información, poniendo como precio la libertad de todos. Hablamos como no de SOPA, PIPA, Sinde y ACTA. Todas ellas han sido paradas a tiempo a excepción de la ley Sinde-Wert que recordemos ya está en vigor en nuestro país. La última alegría ha sido ver como cae ACTA en el parlamento Europeo, una ley especialmente dura y que sin ningún tipo de duda era un ataque frontal a Internet tal y como lo conocemos y a los derechos más elementales de las personas.
¿De quién es el problema?
Y a mi se me antoja esta pregunta, porque claramente hay un problema de conceptos cuando se entra en el debate de Internet y los derechos de autor. Se crean leyes para el interés corporativo por encima de los derechos de los ciudadanos y aunque es legítimo que el autor se gane la vida ¿no debería ser la indústria la que se adaptara a Internet y no al contrario? Estamos acostumbrados a que todo producto que salga en Internet ya sea como plataforma de distribución de música o películas, o cualquier concepto en el que entren los derechos de autor ha de compensar a los distribuidores, o se las ha de ingeniar para que no caiga sobre ellos el peso y la presión de una indústria que se niega a cambiar su sistema.Y no es que no esté sobradamente demostrado que un modelo alternativo y lucrativo existe. Es un hecho que internet ha cambiado mucho nuestro modo de consumir, pero hay una gran masa de usuarios dispuestos a pagar por ver películas o comprar productos por Internet. Desgraciadamente no hay alternativas reales (y a las que hay les está costando horrores despegar en parte por la distribución), y siempre acaba siendo más fácil recurrir a las gratuitas, que aunque en nuestro país no son ilegales, rompen un posible equilibrio en la balanza de Copyright e Internet.
Porque sí, creo que existe la posibilidad de que haya un equilibrio entre derechos de autor e Internet. Pero para ello se han de concienciar tanto autores como distribuidores de que el modelo de negocio que tanto se afanan en mantener, no es sostenible. Sobretodo los autores han de entender que Internet no es una amenaza, es una plataforma maravillosa con la que poder dar a conocer su obra, estar en contacto directo con el público y poder sacar beneficio también. ¿Quieren un ejemplo clarísimo de que esto es posible? Pueden preguntar a Juan Gómez Jurado, periodista y escritor que está cosechando muchísimo éxito de sus libros y que dio una lección de que otro modelo de negocio es posible. Retado por el cantante Alejandro Sanz a distribuir su novela gratis tras un artículo en el que daba su opinión sobre los derechos de autor, creó 1libro1euro. Pedía una donación a cambio de la descarga, una donación a una ONG que no era obligatoria para la descarga del libro. En cuestión de un mes ya había recaudado 40.000€ y ahora es un portal al que se han sumado más autores y que goza de mucho éxito.
Una prueba de que otro modelo es posible, de que se ha de superar el miedo y renovarse. Hay que mantener la red como lo que es, un lugar sin patria, sin bandera ni dueño. Un lugar donde la información es progreso y es avance. Y particularmente en nuestro país es necesario que nos pongamos las pilas con la Ley Sinde-Wert. Una ley a todas luces injusta, y que hace entre otras cosas que el poco desarrollo tecnológico y de negocio basado en la red no pueda prosperar. Con la falta que nos hace.
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