Leo en Dosdoce un interesante artículo de Javier Celaya, uno de los expertos que más está siguiendo el fenómeno de la digitalización de la industria del libro en España. Su postura es bastante clara, si las librerías quieren sobrevivir tienen que digitalizarse, captar parte del valor que están captando las tiendas online y el libro electrónico. Y, por esta vez, mi opinión es justo la contraria a la de Javier.
Creo que apostar por ser más digital es una batalla que las pequeñas librerías jamás podrán ganar. Por contexto (estoy en calle, busco hacer otras cosas que no son conectarme a una pantalla), por capacidad tecnológica, por el peso que tienen en lo digital el efecto red (que muchos usemos Amazon hace de su motor de recomendación mejor) y las economías de escala (lo digital tiende a mucho volumen, poco margen, de ahí que hablemos de que el libro electrónico está tendiendo al monopolio u oligopolio) y por lo difícil que es aceptar en la elección de soluciones tecnológicas con lo cambiante que es el panorama (si eres grande tienes varios intentos, si eres pequeño, sólo una inversión).
Hace poco Pjorge también comentaba este tema, contando que, aunque la librería pueda ser un buen sitio para descubrir obras (aquí tengo mis dudas de que lo sea en la mayoría de los casos), eso tampoco le va salvar.
Si tuviese que apostar, apostaría por lo "analógico", por no ser sólo librerías, por buscar esa "experiencia" que es lo único que me puede diferenciar de los Amazon y los libros que fluyen a través de bits, un sitio donde los hijos aprendan a amar la lectura, donde los viajeros compartan su experiencia, donde los amigos se encuentren y puedan hablar de libros (que tantas veces son sólo una excusa).
Pocas cosas me producen tanta tristeza como pensar en un futuro de ciudades sin librerías. Cuando era más joven me guiaba por el centro del Málaga orientándome gracias a las tiendas de libros durante el día y a los bares de noche. Dentro de poco viene a visitarme una amistad muy especial a Madrid y ya pienso a qué librería le voy a llevar (esta vez no hay oportunidad de lo de los bares).
Creo que crear esa vinculación emocional, de pertenencia, es la única vía que tienen las tiendas de libros de mantener una clientela y generar ingresos más allá de la venta de libros físicos y que sus puntos fuertes para ello no están en lo digital (aunque sea algo que pueda apoyar, con un blog, con estar en otros medios sociales) sino en que está lo que las hace diferentes. Es más fácil decirlo que hacerlo, claro, pero es la forma en que creo que podemos salvarnos de un destino tan cruel como ciudades sin librerías.
historias relacionadas
No hay comentarios:
Publicar un comentario