miércoles, 12 de junio de 2013

Vuelta a los orígenes del muralismo mexicano


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La revolución había terminado. México era libre e independiente. En 1921 comenzaba el principio de una historia que decenas de activistas, pintores, escultores querían contar. Para hacerlo, escogieron una pared en blanco. Era momento de hablar de los indígenas, de la historia de México, de la conquista, del socialismo y el capitalismo, así como de los personajes que habían definido el país.
El muralismo del siglo XX marcó a México con representantes como Diego Rivera, David Alfaro Siqueiros, José Clemente Orozco y Rufino Tamayo. Su trabajo quedó plasmado en las paredes de la Universidad Nacional Autónoma de México, del Palacio de Bellas Artes y en el Palacio Nacional.

Pero la pared en blanco sigue allí. Todavía tiene mucho que decir. El proyecto Capital Mural, pretende recuperar esa tradición pictórica en la ciudad de México y el resto del país, con distintos artistas que realicen este tipo de pinturas para embellecer y reactivar los espacios públicos.

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“La forma más alta, más lógica, más fuerte y pura de la pintura, es la mural”, decía José Clemente Orozco. “Es también la más desinteresada, ya que no puede ser escondida para beneficio de unos cuantos privilegiados”.
Con esta primicia empezó este proyecto que combina el muralismo mexicano con el arte urbano. “Durante las primeras décadas del siglo XX, México se establece como la capital del muralismo a nivel internacional. Lo que nosotros buscamos es volver a colocar a México como un referente en el ámbito de las intervenciones a gran escala”, explica Ricardo Beard, creador del proyecto de Capital Mural, un proyecto de Cultura Colectiva.
La idea consiste en colocar una pieza cuyo contenido esté relacionado con el espacio. El primero de ellos, hecho por el colectivo “Los chachacha”, es un mural de 13 x 8 metros, en la fachada de una biblioteca pública que colinda con un parque. Se titula “Lo que hay detrás” e intenta expresar un sentimiento de nostalgia al representar la infancia como una época importante en la construcción de la identidad.

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El segundo fue realizado en la pared de un edificio habitacional por un artista michoacano llamado Curiot. Su obra, “El retorno de Akhankutli” es un mural de 12 x 12 metros, llamado “El retorno de Akhankutli”, en el cual, con aerosol y pintura vinílica, dibujó a una criatura ancestral, que según él, regresó a su planeta para encontrar a los humanos.

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Capital Mural busca rescatar estos espacios poco atendidos y desaprovechados. “El muro que en el que trabajaron ‘Los chachacha’ estaba bastante descuidado, presentaba rayones de aerosol por todos lados y el barniz se estaba desprendiendo. A partir de la intervención se embelleció el muro y la delegación (el gobierno distrital) mando a pintar todos los muros del parque en el cual se encuentra la biblioteca pública. Lo que empezó como una intervención sobre un muro resultó en la recuperación de todo un parque”, apunta Beard.
El proyecto se basó también en una campaña de crowfunding, que en un principio reunió más de 28.000 pesos (unos 1.600 euros) para cubrir los gastos de difusión, litografía, pintura, aerosol y alquilar una grúa. El próximo mural será un vitral que desarrollará el artista mexicano, Agustín Santoyo, sobre la fachada de un edificio de la “Fundación Alzheimer, alguien con quien contar”.
Estas obras son el principio y el rescate de una forma de contar la historia actual del país. De un movimiento que no tiene caducidad y que busca llegar a cuántas zonas sea posible. De momento, unas 50 personas trabajan en ello, buscando nuevos artistas, nuevas ideas, nuevas técnicas y nuevos espacios que necesitan un mural. Cultura Capital rescata la idea con la que David Alfaro Siqueiros definía al muralismo: “Construir un arte monumental y heroico, un arte humano, un arte público”.

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